Iaacov le pidió a su hijo Iosef que lo enterrara en la cueva de Majpelá. Aprovechó la oportunidad para explicar por qué enterró a su madre en el camino cerca de Beit Lejem en lugar de llevarla a la cueva de Majpela: para que los hijos de Israel, camino al exilio, oraran ante su tumba y le pidieran que intercediera por ellos. Pero ¿por qué debía Iosef aceptar la soledad de su madre? ¿Cómo podía Iaacov sacrificar su comodidad por algo que sucedería mil años después?
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